- Disponemos de una gran abundancia pero, ¿es de calidad?.
La realidad nos muestra que las generalidades abundan, pero no el rigor y la concreción.
Los músicos en este sentido tenemos dificultades cuando queremos investigar cuestiones interpretativas, generalmente relacionadas con alguna obra a tocar.
Una obra es una compleja red de estratos superpuestos e interrelacionados que debemos entender para poder dar un sentido interpretativo coherente. En este sentido, conocer una obra es conocer:
el lenguaje musical: todos los símbolos escritos en la partitura
su contexto histórico, social, filosófico, artístico, etc
su compositor; su vida, sus características personales y de la manera en que se reflejan en su obra general y en la obra concreta que nos ocupa
la obra en sí; sus características estructurales, melódicas, armónicas, etc.
la técnica a aplicar en ella; la coherencia con su estética - momento histórico.
el instrumento: su funcionamiento, su técnica general y específica aplicada a un fragmento musical concreto
También significa conocernos:
a nivel emocional/psicológico: conocer cómo y porqué elegimos e interpretamos todos los puntos anteriores y los tomamos como base creativa para una interpretación personal y de calidad. Aprendemos la manera de unir las emociones a factores estructurales, armónicos, de fraseo, etc. La música entonces no se muestra como un arte oscuro ya que el conocimiento del texto musical, de sus convenciones y particularidades nos permite interpretarlo correctamente.
a nivel corporal: se trata de desarrollar la consciencia de nuestro propio cuerpo, de los movimientos, de nuestra energía.
la edad del alumno
sus capacidades
sus conocimientos previos
sus intereses
el tiempo de estudio que pueden dedicar
La información es selectiva
Encontramos algunos temas repetidos hasta la saciedad (lease compositores y obras concretras) y otros de los que apenas existe información. ¿Somos la sociedad del conocimiento o del interés y la popularidad?.
Se puede imaginar que conformarse una idea ajustada de todos los temas anteriores es ya de por sí complejo, pero encontrar los materiales específicos para ello resulta económicamente costoso y difícil; se convierte en una labor más de investigación que podríamos añadir a la lista.
Podemos concluir que cuando enseñamos a interpretar estamos enseñando un arte, no una ciencia. Nos encontramos inmersos en una alta subjetividad a la que proporcionamos coherencia y valor artístico basandonos en el conocimiento. Y si este conocimiento se muestra difícilmente accesible y normalmente incompleto, podemos imaginar que las personas que no dediquen mucho tiempo, esfuerzo y recursos no podrán llegar a emprender el camino de un conocimiento realmente fundamentado y personal.
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